Eran las 21h30, Paco se levantó de la mesa y apagó la tele. La puerta antigua de madera de su casita encalada, había permanecido entreabierta y los ruidos de los bares de la plaza no habían dejado de mezclarse con el sonido de la película.
Salió a la calle y cerró la puerta que soltó algún chirrido.
La noche era tranquila, pero un tanto oscura, la callecita estrecha lo llevó bajando hasta El Ayuntamiento, las mesas de los bares estaban todas ocupadas.
La cuadrilla lo llamó alzando los brazos. – «¡¡Paco!! ¿Que tomas chaval?»
-Un cafecito que si no me duermo- replicó sentándose
«Anda anda, allí abajo te vas à dormir con lo que te espera .je je je » y entre broma y broma, llegó la hora.
Dejaron las monedas en la mesa y bajaron hasta el “Mesón de Los Cuñaos”, donde estaba aparcada la furgoneta.
Se dirigieron a la salida del pueblo subiendo cada una de sus cuestas hasta llegar al desvío del pantano y continuaron bajando la estrecha y curvada carretera de Ronda.
-“En esa curva… en esa me estrelle con mi primer coche soltó» El pluma» Pero no fue mi culpa! añadió .
-“.¡Que va! – Replicaron- » fue culpa del bar que te echó las 3 copas de mas no?, por eso acabaste en el cuartel !! ….todos se reían a carcajadas. Era una manera de relajarse antes una larga noche.
Las luces encendidas del camión parado en la playita marcaban la llegada, sacaron los machetes del maletero. Algunos hombres estaban cargando el camión.
-«¡Por allí hay faena! – dijo el chófer.
Se metieron en el agua fría, alumbrada por los faros de los coches, hasta casi las rodillas con los pantalones remangados .Sin viento, el agua permanecía quieta, lo cual era una ventaja.
Antes de meter mano a la obra, Paco echó la vista hacia las luces de Zahara del otro lado del lago .Con el eco, el sonido del crujido de las cañas bajo el ataque de los machetes parecía surgir de la superficie oscura del lago
-«¡Mira!, desde aquí abajo con las luces Zahara parece flotando en el aire «. dijo El Pluma.
«Déjate de poetitis, .aquí nos brazos no la cabeza » dijo con ironía.
Una cantidad impresionante de juncos, cañas, adelfas e hierbas acabaron en el camión.
Fue algo duro, pero las plantas recién cortadas, soportarían el calor y se mantendrían más frescas a lo largo del día. Al cabo de 2 horas cortando y cargando, regresaron por fin al pueblo.
Paco se tumbó en la cama, rendido .Se escuchaban las voces mezcladas de hombres y mujeres repartiendo todo ese material vegetal a lo largo de las calles y recubriendo los muros.
Paco abrió los ojos, no había dormido bien.
Se aseó y salió à la calle, eran sobre las 8h.
El pueblo estaba irreconocible. La diosa de la primavera había elegido aquel aislado pueblecito blanco en la sierra de Cádiz, cómo escenario y vestirlo de un auténtico y espléndido decorado natural de colores para la liturgia del Corpus Christi .Era por fin la celebración de la eucaristía, tan esperada por sus habitantes.
Los pequeños altares, hechos con mucho cariño, soportaban ofrendas y cruces de flores contrastando con esa invasión total de verde.
El sonido de aquellas típicas gaitas gastoreñas, preparando el certamen,se mezclaba con el perfume que recorría las calles tapizadas e impregnaba de cierta alegría a todo aquel que lo respiraba .
Paco entró en el barecito, donde estaban los jubilados de toda la vida con café y aguardiente animando el local.
«Pepe buenas .lo de siempre» – dijo con alegría.-El olor a tostada algo quemada le pareció más atractivo que de costumbre, echó el sobrecito de azúcar y empezó con el movimiento interminable y sonoro de la cucharita en el vaso para mezclar y enfriar el café con leche, la mirada fija y un poco perdida recordaba la noche pasada cómo un sueño.
Aquel café era el de siempre pero sabía distinto porque aquel día todo sabía mejor. Era la magia del Corpus. El Gastor era su fiel servidor y principal protagonista .Sus habitantes ejercían de modistas vistiéndole y desplegando sobre su suelo gris, alfombras multicolores .Lo hacían con toda la fe y el cariño del mundo .Paco ya había cumplido con su parte, ahora, le tocaba disfrutar … La fiesta de El Corpus estaba a punto de empezar !!
Jean – Michel Juillerat